La contaminación lumínica es la iluminación permanente de la noche por fuentes de LUZ artificial innecesaria o inadecuada y los efectos asociados al medio ambiente.
Sus consecuencias van mucho más allá que impedirnos ver las estrellas en el cielo. Nuestra tendencia a convertir la noche en día tiene repercusiones mucho más serias.
Durante millones de años la vida en la Tierra estuvo determinada por el ritmo vida-noche. En consecuencia, la vida de los mundos animal y vegetal se adaptó a las fases naturales de LUZ.
Desde hace un periodo de tiempo relativamente breve, hemos roto el ciclo con las fuentes de LUZ artificial y esto trae una serie de consecuencias:
Aumento de la polución; tal y como revela un estudio de American Geophysical Union, la parte de la LUZ que se proyecta al cielo durante la noche destruye el radical nitrógeno.
Esta sustancia interviene en determinadas reacciones químicas que se dan en la atmósfera y contribuyen a eliminar la nube contaminante.
Para las personas, la iluminación constante altera el ritmo natural del día y provoca, entre otras cosas, alteraciones en la producción de la hormona melatonina, que controla el ritmo del sueño.
De una forma más sutil, si dejamos de ver las estrellas en el cielo, nuestra relación con el entorno cambia. La visión de ellas nos ha reconocer la inmensidad del cosmos y el no poder verlas nos hace estar más solos y aislados de nuestro entorno natural.
Por eso la UNESCO declaró el cielo estrellado como Patrimonio de la Humanidad en el año 2008.
Para los pájaros, desorientación de aves migratorias.
Para los insectos, dependen de la oscuridad natural para realizar la polinización, alimentarse y reproducirse.
MEDIDAS CONTRA LA CONTAMINACIÓN LUMÍNICA.
Uso de iluminación eficiente: optar por tecnologías de bajo consumo como el LED, que permite generar fuentes de LUZ más direccionales y con un menor impacto ambiental.
Automatización del alumbrado; una gestión más inteligente y automatizada del encendido/apagado e intensidad permitiría ajustar de forma dinámica la luz disponible a las necesidades reales de cada momento.
Reducir la luz parásita hacia arriba en el exterior. Por ejemplo, usando lámparas con cubierta.
Instalar iluminación exterior lo más baja posible, para atraer menos insectos y pájaros.
Apuesta por una luz suave y cálida (máx. 2700ºK) y valores bajos de lúmenes. Es mejor usar varias lámparas débiles que una brillante.
Si deseas que hagamos un estudio para estudiar cómo poder evitar la contaminación lumínica en tu vivienda o empresa, llámanos sin compromiso.
Pequeños gestos cambian todo!